Algo de poesía...

CIUDADES

Antes de que acabe esta vida mía
te habré perdido tantas veces,
pero un verso abandonado en cualquier cajón
es suficiente testimonio de lo que somos,
como aquellas calles limpias y serenas de Granada,
guardianas de nuestros besos.

Caminábamos de la mano

anónimos

vagabundos sin hambre,

nos bebíamos el tiempo a toda prisa.
 

Tú te ibas a un mar distinto,
yo me quedaba en el de siempre.

Pero antes de que acaben los días que me han sido dados,
te habré buscado tantas veces,
-encontrándote todas-
y habremos caminado de la mano
por las calles
de cualquier ciudad que no nos conozca.

 

TANTAS VECES TÚ

Tantas veces tú, tantas veces...

que a pesar

de la terca distancia que nos une,
sigues siendo volátil.

No es lo corpóreo de tus pensamientos
ni la audaz lentitud con la que hilvanas
las palabras... 
Eres tú, solo tú,
tantas veces tú...

y tu voz como una droga,
que serpentea por el cableado,
se adueña de las neuronas de mi cerebro,
y lo arrasa,
hasta convertirlo en desierto.

Eres tú, todas las veces tú,
hasta que muera.

 

HASTA QUE MUERA

Hasta que muera,

todo es inevitable.

Que bajes la mira: te rindas a la mía.
Que pronuncie tu nombre cuando estoy a solas,
como un secreto que nadie conoce.

Que amanezcas en mí, siempre en mí,
en una nueva epidermis. Que consumas
ávidamente, cada uno de mis suspiros
y ni siquiera seas consciente.

Todo es inevitable
hasta que muera y 
mi cuerpo sea polvo gris
entre la arena de alguna playa desierta.